SÓLO PARA ALGUNAS PAREJAS HAY OTRA OPORTUNIDAD

                                                                                      

Es probable que conozcas a esa pareja que ha roto y vuelto a salir en más de una ocasión. Lo intentan, pero al final esas segundas oportunidades que se dan parecen que no funcionan. Tanto es así, que las segundas oportunidades se convierten en terceras, cuartas, quintas, hasta que terminan desistiendo de intentarlo. Tal vez, volver a intentarlo no es una opción para ellos.

Las segundas oportunidades no son una alternativa que pueda funcionar para todas las parejas ya que encierra, en ocasiones, mucho rencor. Problemas no resueltos u otras circunstancias que, por mucho empeño que le pongamos, no vamos a ser capaces de superar.

Si hay un compromiso por el cambio, las segundas oportunidades pueden funcionar.

Muchas veces, darse otra oportunidad funciona muy bien, incluso mejora la relación. Pero esto es porque las dos personas de la relación han sabido aprovechar, con creces, el tiempo que han estado separados. Esto no lo hacen todas las parejas, por eso lo más habitual es que después la relación no funcione igualmente.

Las segundas oportunidades no suelen funcionar en todas las parejas.

¿Por qué las segundas oportunidades no suelen funcionar?  Por una sencilla razón, las parejas vuelven por los motivos equivocados. Estos pueden ir desde la necesidad, hasta el vacío que sienten por haber estado tantos años compartiendo su vida con alguien. Todo esto puede significar que sufren de dependencia emocional, un problema que les afecta a muchas personas hoy en día.

Si vuelves con tu pareja por razones equívocas es imposible que vuestra relación vaya hacia adelante. Os habéis dado otra oportunidad porque os sentíais solos, porque os descubristeis imposibilitados para seguir con vuestra vida después de dejarlo, porque no lograsteis tolerar la tristeza o superar la ruptura.

Echas de menos a tu pareja porque no eres capaz de estar sola, en este caso los problemas que os llevaron a la ruptura seguirán ahí, surgirán de nuevo y os volverán a sumir en una relación tóxica donde seréis de todo menos felices.

Necesitas a tu pareja porque te da miedo la soledad y esa sensación de vacío que te aborda cuando extiendes los brazos en la cama y no rozas a nadie, cuando vas cargado con bolsas y nadie te lleva ninguna, cuando nadie pega y despega tus labios.

“Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el auto respeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente”                                                               -Walter Riso-

Tal vez hayas cometido el gran error de dejar toda tu felicidad en manos de tu pareja y ahora te está pasando factura. No eres capaz de emprender tu vida solo, de ver más allá de tu relación. Crees que sin esa persona tu vida no tiene futuro ni esperanza alguna de seguir adelante. Lo que desconoces es que puedes ser feliz solo, es más, tienes que pasar un tiempo solo.

Si aprovechas el tiempo que estás sin tu pareja, puedes descubrir y ver tu relación de otra manera, desde diferentes perspectivas. De esta manera, podrás comprobar si has hecho bien, si merecéis una segunda oportunidad o si la ruptura fue lo más sensato por parte de los dos.

La media naranja no existe. Las parejas que se dan segundas oportunidades y estas funcionan es porque han sabido disfrutar de todo ese tiempo que han estado sin su pareja. Lo han tomado como una ocasión para reflexionar, para verlo todo desde otro ángulo y pensar muy bien las cosas antes de tomar una decisión equivocada.

Este tipo de parejas saben que son compañeros de vida, pero que también son seres individuales y que su felicidad no depende del otro, sino de ellos mismos. Por eso, no temen estar solos. Ellos eligen compartir su vida con la otra persona, no que la otra persona sea el aliento de sus vidas.

Pero, en muchas relaciones de pareja aún existe la creencia de que la media naranja existe y esto provoca que ansiemos estar en pareja. Pero, no nos equivoquemos, necesitamos estar en pareja, no enamorarnos. Estas son dos cosas muy diferentes que provocan que, a veces, creamos que estamos enamorados cuando en realidad lo que queremos es tan solo alguien a nuestro lado.

Pero, las segundas oportunidades también dependen de los problemas previos que nos han llevado a la ruptura. Imaginemos que se trata de una infidelidad. Si la persona no logra superar este terrible desengaño, intentarlo de nuevo sería perder el tiempo. Sin quererlo, le recriminaría ciertas cosas a su pareja, no confiaría en ella y dudaría de todo. Esto no sería positivo para ninguno de los dos. O, imaginemos que no tenemos ningún problema con nuestra individualidad, que la felicidad no depende de apegos y que disfrutamos tanto de una vida en pareja como de una vida sin ella, aquí se requiere un buen análisis de nuestra relación y, si encontramos factores como incompatibilidades insalvables, llegaremos a la conclusión que la opción más sana y honesta  es no darnos más oportunidades, de esta forma evitaremos repetir patrones, dañarnos y dañar a la otra persona.

Por otro lado, poner fin a una relación nunca es fácil, ciertamente. A menudo implica una mezcla de sentimientos de frustración y fracaso, junto con otros de vacío, nostalgia y soledad.

Por otro lado reanudar una relación de pareja nunca hay garantías. Se trata de dos personas diferentes, cada una con su historia, sus creencias, su experiencia y su manera de ser.

Algunas veces una de los dos partes, renuncia a sí misma para convertirse en lo que la otra espera, hasta llegar al punto que se pierde a sí misma. Es en los casos que generamos dependencia emocional.  Otras veces, debido a que la otra parte no es lo que esperamos ni deseamos, seguimos adelante con la relación, empezamos una lucha agotadora para conseguir que cambie, que se dé cuenta de que las cosas no son como las enfoca. El problema es que estar con una persona así es agotador, tanto física como psicológicamente. Tarde o temprano surge la ruptura. Aquí las segundas oportunidades fracasan.

Cuando una relación no fluye y no hay encaje aún que quede amor, la valentía de terminarla es una oportunidad para las dos partes.

Por eso, antes de daros otra oportunidad es importante que resolváis vuestros problemas. Quebrantos no solo de pareja, sino también individuales. De esta manera podréis reiniciar la relación, sin rencores y sabiendo que sois seres independientes y de que no estáis juntos porque no sabéis estar solos. Solamente, de esta manera, las segundas oportunidades tendrán éxito,  por el contrario, si después de haberlo intentado se repiten los errores, la relación está en punto muerto y no hay encaje, las segundas oportunidades desembocarán en el fracaso.

Cuanta más conciencia tengamos sobre nosotros y nuestra experiencia, más fácilmente alcanzaremos aquello que deseamos de verdad.