EL INCONSCIENTE, EL CONSCIENTE, EL SUBCONSCIENTE
“Hasta que el
Inconsciente no se haga consciente, el
Subconsciente seguirá dominando tu vida y tú le llamarás destino”.
A diario nos damos cuenta que en pequeñas cosas de la vida es el
inconsciente el que dirige nuestra vida y no tanto la voluntad.
Según Jung el arquetipo sombra se define como el aspecto inconsciente de la
personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el consciente no reconoce como
propios. El inconsciente lucha por mostrarse pero es reprimido continuamente
por el ego. La sombra está formada por energía psíquica reprimida que se
proyecta en el exterior. Hay muchas formas de alimentar a la sombra, la más
usual es lo que conocemos por “Luchar por ser bueno o buena”.
Todos tenemos una doble historia, la que mostramos y la que ocultamos. Con la primera nos identificamos, la segunda la rechazamos. Es precisamente la historia oculta la que nos hace repetir una y otra vez situaciones, dramas y patrones que nos perjudican. ¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Cómo creamos proyectos que no llegan a la meta porque nos boicoteamos? o ¿cómo fracasan relaciones al establecerlas con ideas preconcebidas? Vamos a poner algunos ejemplos: Imaginemos que queremos mejorar nuestra economía y queremos ganar más dinero. Para ello nos esforzamos mucho y dirigimos las energías a conseguirlo. Al fin, llega la oportunidad pero el inconsciente nos sabotea porque tenemos unas creencias contrapuestas a un nivel más profundo y que nos dicen que las personas con dinero no son honestas, que el dinero corrompe y trae problemas, mucha infelicidad, que conduce a una ambición desmesurada, que genera envidias. Todas esas ideas opuestas no permanecen en la mente, el inconsciente va a buscar la forma de que no alcancemos ese objetivo porque no queremos ser deshonestos, corruptos e infelices y no queremos sufrir por poseer más dinero.
Otro ejemplo sería en la educación de nuestros hijos, la cual queremos que sea respetuosa con nuevas técnicas y métodos que contemplen la paciencia, la escucha activa, la comprensión y la ecuanimidad, pero nos encontramos que a pesar de la buena voluntad y la convicción de hacerlo bien perdemos los papeles y gritamos, amenazamos y castigamos a nuestros niños repitiendo patrones aprendidos y entonces nos sentimos frustrados. Eso ocurre porque muchas veces tenemos esa creencia inconsciente, que el entorno social nos ha transmitido, de que los niños y niñas que se portan mal, de alguna manera, tienen que ser castigados. Otro ejemplo nos lleva a las relaciones de parejas que queremos que sean unas relaciones donde impere el amor incondicional, la confianza mutua, el respeto y la armonía, pero nuestras creencias aquí tampoco nos acompañan, porque dependiendo de lo que hayamos aprendido y la información acumulada en el inconsciente esto afectará a nuestras relaciones de pareja y a los vínculos. Así, podremos desear tener confianza, pero sin conseguir dominar los celos, proyectando sobre las parejas nuestros miedos no resueltos porque no hemos conseguido alinear el consciente con el inconsciente topándonos directamente con el fracaso.
Jung contempla la Psique como una unidad de procesos conscientes e inconscientes, en la que encontramos la personalidad o ego y la sombra como parte oculta. La parte consciente de la Psique ocupa un 5% y la inconsciente un 95%. Y esta parte consciente, muy inferior, va intentando continuamente bloquearnos, controlarnos, nos indica lo que está bien y lo que está mal, lo que hay que hacer, lo que no, las creencias y como interpretar la vida; así vamos creando nuestra sombra que se almacena en el Inconsciente pero no se queda ahí si no que se va expresando en lo que hacemos. Está en esas reacciones que no acabo de entender y que justifico cuando algo va mal. En esos errores repetidos tantas veces y que parece que nunca aprendo de ellos. Esas discusiones que siempre acaban con dolor de cabeza y una gran frustración y en esos conflictos en las relaciones que se repiten.
En realidad el destino es algo que estamos creando continuamente en
nuestras vidas. Tomar conciencia de ello y permitir que esa sombra salga, la
acepte y la reconozca por doloroso que sea, será lo que me va a permitir
cambiar el rumbo de mi vida y mejorarla. La sombra la estamos creando
continuamente, el reconocerla y ser consciente de ella al tiempo que vamos trabajando
con ella y la vamos aceptando es un trabajo que no acaba mientras seguimos vivos. Al conectar, aunque sea con un mínimo aspecto de ella, por
sutil que sea, adquirimos fuerza, creatividad, inspiración y coherencia lo qual nos
permite avanzar mucho mejor en nuestra vida. Como dice el psicólogo Enric
Corbera: “Nuestra sombra es una de las fuentes del agua de la vida y por mucho
que se intente ocultar, ésta siempre acabará manando.” Esta agua de la vida es
la esencia de la espiritualidad en el sentido no religioso, porque una mente
que está integrando constantemente su parte oscura con su personalidad, está
integrando las dos polaridades, pudiendo sacar la mejor parte para desarrollar
sus capacidades espirituales además de las físicas y mentales. Al aceptar
nuestra sombra alcanzamos nuestra plenitud.
Volviendo a la reflexión inicial, de que diariamente nos damos
cuenta que es nuestro inconsciente el que dirige nuestra vida,
recordemos, por ejemplo, aquel día que perdimos la paciencia y reaccionamos de
forma exagerada delante de unos comentarios
que nos hizo una persona de nuestro entorno. O una frase de un conocido
que nos hizo reaccionar de una forma demasiado sumisa. A muchos les inquietan esas
reacciones y a otros ni siquiera se percatan de ello. Unos quieren retomar el
control y hacen algo al respecto, otros, por el contrario, lo dejan pasar. Pero
todos nos tendríamos que dar cuenta de estas situaciones y reacciones y actuar
sobre ellas.
El inconsciente familiar –ese arquetipo – acumula experiencias y vivencias de nuestros ancestros, todo lo no dicho, los secretos, los incestos, los hijos no deseados, los abusos, los malos tratos, violaciones, muertes… Nina Canolt, autora del libro “como reparamos los errores de nuestros antepasados”, nos viene a decir: “una historia transmitida con una falsa explicación a los familiares, provoca destrozos en el inconsciente de los descendientes.” Por ejemplo, obsesiones e ideas que no se acaban de comprender, conductas compensatorias, sufrimientos, comportamientos que llevan al sufrimiento propio y ajeno y que no acabamos de entender pero que hay un impulso que llevan a realizarlas.
Además de la familia la sombra tiene muchos otros senderos, una de las
formas que tenemos de compensar las sombras familiares transmitidas es con
nuestras parejas y no me refiero solo a las parejas sentimentales, también
parejas de socios, compañeros de trabajo, amistades etc. Se llama a esta forma
de compensar estas sombras resonancias familiares. Se trata de la información
que se ha acumulado en el inconsciente, al final esas alianzas con nuestras
parejas, del tipo que sean, serán espejos perfectos de todos los “no dicho” y de
las omisiones que ha habido en nuestras familias. La información que llevamos
cada uno resuena en las relaciones que establecemos en nuestras vidas. Por eso
es importante prestar atención en lo que vemos en esa persona que nos gusta o
en aquella que nos desagrada.
Françoise Dolto, médico y psicoanalista nos dice que “Al final el niño integrará en su
inconsciente mucha información que él no va a poder procesar, pero que estará
condicionando su forma de vivir.”
Una de las mejores cosas que podemos hacer es tomar conciencia de ello y
sanar nuestras relaciones interpersonales para favorecer a nuestros niños.
Reequilibrar nuestra sombra requiere
del consciente y del inconsciente. La sombra reprimida la podemos proyectar en
nuestro trabajo, con nuestros amigos, parejas, vecinos, en nuestra cultura, en
los nacionalismos intransigentes, en los
activismos exacerbados etc. Utilizamos la sombra para asustar a los niños: “mira que viene el hombre del saco” o
peor aún “Si no eres bueno no te querré”.
La sombra cuando se manifiesta suele ser explosiva o tener un efecto desproporcionado ante una situación dada. Eso nos descoloca porque no llegamos a explicarnos nuestras reacciones. Hay acciones como aguantar inferencias de nuestra pareja, familia u otras personas cercanas que nos obligan a hacer cosas que no deseamos y todos los “tengo que” “debo de" son expresiones derivadas de ello que nos obligan y nos indican que estamos acumulando sombra. Así como las historias que nos contamos a nosotros mismos para justificarnos y además convencernos que sí, sí queríamos hacer tal o cual cosa o no, no queríamos hacerla. Así pues, las soluciones o los conflictos en nuestras vidas pasa por toma de conciencia de la sombra e integrarla mediante el “no juicio” y la plena aceptación entendiendo que toda experiencia en la vida tiene un sentido y sabiendo honestamente donde quiero estar y que quiero hacer, así como dejar de buscar culpables fuera de mí.
Esta es una forma de honrar a nuestros ancestros, respetar nuestra familia y entender nuestras actuaciones. Al no juzgar y comprender que, por ejemplo, otros miembros de la familia actuaron de cierta manera, entendemos el porqué de sus reacciones y acciones según lo que llevaban en sus sombras y tomamos conciencia de que nuestros antepasados no supieron o no pudieron hacerlo de otra forma mejor. Sí que es cierto que todos llevamos una carga, pero es nuestra alma la que asume eso y cuando eres consciente de ello empiezas a tener otra visión de las cosas siendo más auténtico y alineado con tu inconsciente. Connie Zweig y Jeremiah Abrams en su libro “Encuentro con la sombra. El poder del lado oscuro de la naturaleza humana”, nos dice una frase que resume lo anterior: “Probablemente terminaremos sintiéndonos inclinados hacia aquellas personas que compensan nuestras propias carencias y correremos el riesgo de no desarrollarnos por nosotros mismos”.
Muchas veces elegimos una pareja
porque vemos en ella esa manera de ser que a mí me gustaría o que puede
realizar cosas que a mí me es muy difícil hacerlas.
Como dice Enric Corbera: “Al esconder nuestra sombra apagamos nuestra luz”.
Tennessee Williams dijo: “Mata a mis demonios y mis ángeles morirán también" Nosotras
nos podemos preguntar: ¿Cuánta sombra hemos llamado destino en nuestra vida?