CITAS, CITAS, CITAS…



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Durante la primera cita, dicen que se podrá evidenciar si hay magia, química o sencillamente un momento casual para compartir.

Y es que precisamente de eso se trata. Conocer a alguien, disfrutar un encuentro y saber si hubo o no afinidad, si hubo ‘feeling’ para una amistad, un romance o algo más.
Sólo una misma podrá saber si se está en marcha.
Por supuesto una/o no puede enamorarse de inmediato, pues es lógico que no habrá un sentimiento sólido como para que podamos decir a los pocos minutos y de manera irresponsable: “te quiero”. Eso solo espantaría al otro.
Lo mismo ocurriría si nos lo dicen. ¡Vaya cara de asombro se nos iba a poner! Eso evidencia posiblemente que estamos ante una persona inmadura emocionalmente, que no sabe que apenas se está en una etapa de conquista y que al comienzo, todo resulta perfecto.
Por eso es mejor dejarlo en “marcha” que no es más que sentir una atracción particular por esa persona, que empieza a  ocupar una parte de nuestra atención  y pensamientos.  Esta sería una señal de que la cosa está en marcha, nada más.
La siguiente pregunta que nos hacemos es si esa persona siente también afinidad o sólo una bonita amistad. De todas formas, todo es ganancia. 
Pero aquí la pregunta es clave: ¿estamos dispuestas a seguir adelante, tenemos el control y somos conscientes que es mejor ir paso a paso, conocerse bien y que solo después de esos primeros pasos podremos decir SÍ y dar espacio a otro sentimiento?

Debemos tener claro que nosotras somos las que decidimos qué dirección vamos a dar a esa cita.

¿Cómo saber si la otra persona está en la misma conexión?
Esta es una preocupación constante, pues se ha dicho que quien se enamora pierde. Sobre todo cuando están en esa fase de conocerse y saber qué es lo que quieren.
De todas formas hay algunas claves  que nos permiten medir el interés que la otra persona muestra.
Estas son algunas posibles  indicaciones:
1. Comunicación abierta más que constante.
2. El gusto por querer compartir momentos juntos y experiencias del pasado.
3. La formalidad vista como el querer compartir las amistades.
4. Abordar temas familiares e íntimos.
5. Hablar de proyectos futuros e involucrar a la persona con compromiso, compañía, ternura y admiración.
6. Saber que está poniendo el ojo en el mejor o la mejor.
Se requiere un tiempo específico para que alguien sienta que se está en sintonía con el otro, pero el tiempo es mental, el tiempo cronológico no puede establecerse en medida. Existe una medida mental que nos puede clarificar esto, por ejemplo cuando la personas hacen sentir al otro u otra como la única(o), especial e irrepetible. Esto puede durar en tiempo de una a muchas citas, depende de cada relación y de las expectativas o claridad que las personas tengan de la misma.
Es necesario reconocer que es más sano cuando la relación pasa de una amistad abierta y sincera a una relación de pareja madura en la que se llega a amar con el corazón y la razón: “me gustas y me convienes”.

¿Qué pasa si una de las partes se ilusiona y el otro no?

Es muy común en la vida real. En estos casos la persona que ve que no está al mismo ritmo, o que las intenciones, gustos, sentimientos o emociones no coinciden debería ser quien tome la iniciativa al diálogo y exponer en forma clara y abierta lo que siente. Si esto se hace a tiempo es muy posible que se pueda conservar una amistad. De no ser así, se cumple y se debe respetar la decisión de la otra parte que en ese momento es vulnerable y sensible.
También se puede frenar si se siente que las cosas van rápido o aún no se conoce lo suficiente a esa persona. Una de las maneras de frenar que puede llevar al sufrimiento es haciendo este proceso tan importante en la vida de cualquier ser humano como un proceso serio. Dejar fluir y dejar pasar es sano. Así se tiene tranquilidad y paz, pero cuando se identifican cosas que no van a llenar desde algún punto de vista, se debe hablar y clarificar porque no siempre lo que se percibe ratifica la realidad.
Tener claro lo que se quiere y lo que no se quiere acorta el tiempo de decisión. Si está claro que una relación no amplía la sensación de llenura preexistente en la persona como individuo hay que parar a tiempo, hablar abierta y sinceramente. Recordemos  que las actitudes de un ser humano no dependen del contexto social o de lo que la otra persona espera, dependen de sus esquemas mentales, de su historia de vida, de sus experiencias y que nadie va a cambiar por nosotras, cambiará  por sí misma, así que si hay algo que no va, mejor detenernos. Para eso se requiere hacer un proceso consciente, lógico y racional.
Sin embargo hay personas que tienen claro lo que quieren y lo que no quieren. Esto acorta el tiempo de decisión.
Señales que se encienden. Vamos a imaginar un termómetro, en ese momento la temperatura empieza a subir y todo indica que hay conexión, que se está en “marcha”:
1 Se convierte en el primer pensamiento, cuando nos despertamos y el último, justo al irse a dormir.
2. Nos apetece hablar con esa persona de todo, de cómo ha ido el día si ha sido bueno o malo.
3 Hablamos de futuro. El léxico cambia y esa persona empieza a figurar de manera consciente en el proyecto de vida y esa persona contribuye a ponerle sentido a nuestra vida.
4 Es la persona que llena instantes de felicidad. Por supuesto viene acompañado cada encuentro de mariposas en el estómago. Pasamos a lo que llamamos  “química”.


 "QUÍMICA"
Tratar de explicar y poner en palabras de qué se trata la atracción que se da entre dos personas, es sumamente apasionante. Porqué una persona se siente atraída por una determinada persona y no por otra, es algo muchas veces inexplicable.
La atracción, que también se puede definir como “química”, es esa poderosa fuerza que nos lleva a querer estar todo el tiempo con la otra persona elegida y no poder sacárnosla de nuestro pensamiento.
Es esa electricidad que podemos sentir estando en su presencia, una mezcla de ansiedad, nerviosismo, magnetismo, confianza, entusiasmo y total bienestar.
La atracción física, quizá sea la más evidente, la que no conlleva demasiado misterio, pero la química que podemos establecer con otra persona desde el punto de vista emocional, a partir de su personalidad, su manera de ser, de expresarse, quizá sea la más interesante de analizar.
La atracción, es esa fuerte conexión que podemos sentir con la otra persona auque haga apenas horas que la conocemos.
Desde el punto de vista puramente químico u orgánico, la responsabilidad de tener esas sensaciones hacia determinada persona, es de las feromonas, sustancias que segrega el organismo y que se perciben de manera muy sutil a través del olfato.
Cuando una persona segrega gran cantidad de feromonas, mayor será el interés que despierte en otras.
El olor de las feromonas es imperceptible. Es una mezcla de secreciones exudadas por el organismo de manera inconsciente.
De esta manera, podemos afirmar que estas sustancias químicas intervienen en el juego de la seducción y regulan la atracción entre dos personas.
La química, muchas veces se da instantáneamente cuando conocemos a una persona, pero muchas otras puede darse con el tiempo, a medida que la vamos conociendo más en profundidad y comenzamos a establecer una relación empática, de confianza.
La atracción es algo que escapa a la voluntad. Es una energía que se experimenta en todo el cuerpo y en el alma, es muy fácil de percibir a través del lenguaje corporal que son las señales que emitimos con nuestro cuerpo cuando nos comunicamos de manera no verbal.

Pero atención, la química al igual que la pasión, puede extinguirse con el tiempo, por eso hay que cuidarla día a día, enriquecerla con detalles románticos, para que no se apague y perdure por siempre en la relación de pareja y asegurarnos un vínculo duradero y sumamente emocionante.



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