Buscando y rebuscando en el desván encontré en un
viejo baúl libros y trabajos de
bachillerato de mi época estudiantil, de esto hace… ya ni me acuerdo.
Encontré entre los apuntes unas hojas de alguna inscripción
y en ellas estaba mi firma de cuando era adolescente, había también varios cuadernos,
libretas, libros, hasta encontré un bloc de dibujo. Me llamó mucho la atención
mi caligrafía de cuando era adolescente, una letra atropellada y vivaracha, con
presión y veloz como un caballo al galope.
No sé el tiempo que pasé mirando aquellos manuscritos
y apuntes que me transportaron a épocas lejanas; había también algunas fotos de
carnet, Dios! Que ojos tan vivarachos, qué luz y alegría mezclados con aquella mirada picarona, burlona y descarada. Pero lo
que más me impresionó fue leer algunas de aquellas escrituras y ver mi firma de
aquella época tan lejana pero a la vez tan cercana.
Encontré otras firmas más, algunas con el nombre y los
dos apellidos y otras solo con el nombre, con la inicial o con el nombre y
apellido. Pero en todas distinguí claramente mi huella, como si se tratase de
mi huella digital, porqué en el fondo es mi firma. Sí, es cierto que el paso
implacable del tiempo ha ido afinando algunos rasgos, la firma actual es menos
barroca, más estilizada, más sencilla, las firmas que me estaba deleitando mirando,
eran más vivarachas y adornadas, ahora el paso de los años ha limado algunas
asperezas y florituras, la firma de ahora es más segura y firme, pero es la misma firma,
tiene los mismos trazos de base, aunque algo más evolucionados. No recuerdo
como decidí trazar esa mini rúbrica que servía de base al nombre, ni porqué decidí que debía alzarse
en lugar de seguir hacia delante horizontalmente y ese puntito al final, ¿En
qué momento dejé de hacerlo, cuando decidí suprimir la línea de base? Esa firma
es en esencia mi firma pero que con el paso del tiempo se ha ido afinando y
depurando, siendo ahora más
simplificada, solo con lo esencial.
Si tenéis la posibilidad de encontrar algún manuscrito
de hace treinta o cuarenta años, os aconsejo que os deleitéis en el pasado de
vuestra caligrafía y miréis atentamente como firmabais en vuestros años de dorada
juventud y como lo esencial de vuestra firma continua estando en la actual,
formando parte como siempre ha formado, de vuestro temperamento, de vuestra
manera de ser más íntima.