CON LA EDAD SABES LO QUE QUIERES Y LO QUE NO QUIERES







La edad nos vuelve más selectivas y hábiles  a la hora de aplicar filtros protectores.  Así van decayendo miedos, inseguridades y aprendemos a priorizar nuestras necesidades.  Madurar es aprender de nuestro pasado, saber lo que queremos y luchar por ello.

“La edad es un tema de la mente sobre la materia: si no te importa no importa”

Con la edad seleccionamos nuestras amistades, ya no es importante el número sino la calidad:
“Pocos y buenos”. 

También hemos aprendido que el número de relaciones sociales no se correlaciona directamente con la felicidad, es la calidad de las mismas lo que nos confiere autentico bienestar, equilibrio personal y satisfacción que nos permite, a su vez, ganar en sabiduría.  A medida que maduramos  el número de relaciones sociales decae para reducirse a un círculo más pequeño y sólido. Y con esto se favorece una verdadera salud mental.
Por otra parte ganar en años no significa obligatoriamente ganar en sabiduría, equilibrio y templanza, los patrones de personalidad evolucionan, no hay duda, pero parten casi siempre de un mismo sustrato. Una persona poco receptiva y de mentalidad rígida, acostumbrada a ver el mundo con el filtro de la negatividad, no va a experimentar una  revolución interior con sólo soplar más velas en su pastel de cumpleaños.

La madurez física y la madurez psicológica no son lo mismo. 

Aristóteles sostenía que en todo rasgo de carácter hay un exceso, una carencia o una virtud que nos habrá de acompañar a medida que maduremos. Sin embargo, solo quien es capaz de practicar la bondad y el autoconocimiento gozaba, según el filósofo griego, de esa virtud con la que uno mismo será capaz conectar con la auténtica felicidad al saber qué es lo prioritario.
Es decir, dependiendo como me perciba a mí misma, seré capaz de entender el mundo que me rodea. Si soy una persona tacaña percibiré a las personas generosas como derrochadoras. El defecto  en mi carácter desvía mi percepción intelectual y emocional.
Pero al practicar  ese autoconocimiento donde la bondad y el respeto son esenciales, se aplica un filtro mental adecuado para  buscar y rodearse sólo de aquello que armoniza con esos principios.

Rodearnos de personas nobles, auténticas y enriquecedoras nos facilita una mejor salud mental y emocional. 

Llegar al conocimiento de saber quién eres y lo que quieres, no es egoísmo. La vida se compone de momentos, personas y experiencias encadenadas como perlas de un collar, por eso es importante ser selectivas y dar valor a ese collar brillante e intenso. Y recordemos que ser selectivas no significa ser egoístas.

Así que ganar en edad tiene muchas ventajas  siempre que tengamos una mente abierta e intuitiva que sepa sacar las conclusiones adecuadas de las propias vivencias. Nos daremos cuenta que  de que sobran cosas, de que nuestro equipaje  personal arrastra demasiado peso y deberemos vaciar en parte esa maleta para  continuar nuestro viaje por una vida feliz y plena.

Madurar es aprender a aplicar filtros  psicológicos y emocionales dejando ciertas amistades, relaciones, costumbres y determinados entornos y, esto no es pecar de soberbia, al contrario, es practicar un fabuloso mecanismo de supervivencia.

Una vida de calidad pasa por restar personas, situaciones y actividades, seleccionando y quedándonos  con lo que nos hace realmente felices para seguir respirando en paz, creciendo y madurando.

Alguien dijo que el secreto de una vida feliz no está en correr muy rápido ni en subir muy alto, está en saber saltar, sortear obstáculos y altibajos, en encontrar refugio e inspiración en esas rocas del rio de nuestras vidas donde se hallan los rincones más  hermosos, sólidos y relucientes.  
"Sólo se vive una vez y si lo haces bien, será suficiente" 
Mae west.





Fuente: La mente es maravillosa.

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