Las relaciones, las emociones, los
sentimientos, el amor… En este artículo os voy a hablar de las relaciones
sentimentales, el dolor emocional de la ruptura, los vínculos y el apego. Vamos
a tratar conceptos como la finalización de una relación, el recurso de contacto
cero, el aprendizaje de estar solos tras una separación, amarnos para amar, el
amor incondicional y cómo desarrollar un apego seguro.
FINAL DE UNA RELACIÓN PERO NO FINAL DE DEJAR DE PENSAR EN ELLA
Algunos se centran
en su trabajo, otros inician a la desesperada una nueva relación. Sin embargo,
nada de esto les permite dejar de pensar en su expareja, en esa persona que les
dejó y que sigue ocupando espacios en la mente y en el corazón. ¿A qué se debe?
¿Por qué no puedo
dejar de pensar en mi expareja? Ha pasado un mes, seis meses e incluso un año y
la mente sigue adherida a esa persona, a esa relación fallida que de algún modo
condiciona nuestro presente. ¿Por qué ocurre? ¿Qué tipo de mecanismo
psicológico es el que nos impide poder pasar de página y avanzar?
Nos encantaría
disponer de un botón que nos permitiera borrar a voluntad el sufrimiento e
incluso ciertos recuerdos. Sería perfecto poder oprimirlo para lograr, al
menos, bajar la intensidad del recuerdo e impedir que esa persona deje de
ocupar nuestro pensamiento de manera tan invasiva, dolorosa… Porque hay amores
que se anclan al cerebro y dan paso a estados obsesivos y desgastantes.
Todos conocemos o
hemos vivido esa sensación en la que alguien es incapaz de dejar del todo una
relación. Los mensajes siguen enviándose, anhelando una respuesta; un “visto”,
al menos. La persona, incapaz de aceptar la situación, continúa revisando las redes
sociales del otro a diario, padeciendo ante cada foto al ver cómo la expareja
sigue con su vida, iniciando incluso nuevas relaciones.
“Ayúdame a dejar de pensar en mi
expareja”. Muchas
personas acuden a terapia psicológica con esta necesidad y lo hacen, eso sí,
conscientes de que han llegado a un extremo de elevado desgaste y de obsesión.
Son situaciones en
las que cuesta incluso desenvolverse con normalidad en casi cualquier área de
la vida. A veces, el recuerdo de esa ruptura imposibilita poder trabajar,
disfrutar de instantes de ocio y pensar en proyectos futuros.
Hay quien intenta
desviar la atención con nuevas prácticas, con el deporte, con algún curso de
autoayuda. Otros inician una relación en un vano intento por olvidar. Asimismo,
también hay quien deriva en el consumo del alcohol, las drogas u otro tipo de
comportamiento igual de peligroso. Todo ello nos da ya una pista de la
respuesta a ese “¿por qué no puedo dejar de pensar en mi expareja?”.
Estas situaciones
presentan el mismo mecanismo psicológico que el de una adicción. El cerebro
orquesta la misma mecánica que quien no puede dejar el tabaco o entra a diario
en una casa de apuestas… Lo analizamos.
El amor es a veces como una
máquina tragaperras
La metáfora es poco
poética, pero aun así ilustrativa. Hay amores que se convierten en obsesión y
que nos hacen actuar como el adicto que acude a diario a una máquina
tragaperras. Así, una de las causas por las que no se puede dejar de pensar en
esa expareja se debe al circuito de recompensa cerebral de la dopamina.
Cuando estamos con
nuestra pareja y todo va bien los niveles de este neurotransmisor están
estables. Nos sentimos satisfechos, experimentamos seguridad, placer y
bienestar. Ahora bien, cuando se produce la ruptura se reduce drásticamente la
producción de dopamina y norepinefrina y entonces surge la alarma, la
desesperación y el síndrome de abstinencia.
Lo que debemos
hacer para acabar con esa “adicción” es alejarnos, romper el contacto, dejar de
revisar sus redes sociales, borrar su número de nuestro móvil. Mientras más nos
expongamos o busquemos modos de acercarnos a nuestra expareja, más reforzaremos
la adicción, el síndrome de abstinencia y, por tanto, el sufrimiento.
La
ansiedad por separación: ¡ahora te quiero mucho más!
La antropóloga
Helen Fisher lleva décadas estudiando todo lo relativo a la mecánica del amor y
también del desamor. Algo que nos indica al respecto de la eterna cuestión de
por qué no podemos dejar de pensar en esa
expareja es que surge un nuevo fenómeno al que ha llamado “atracción por frustración”. Veamos a
qué se refiere.
Atracción por
desamor, podríamos decir que son situaciones en las que la separación y la
ruptura despiertan no solo esa obsesión antes citada. Lo que se da también es
una idealización de lo perdido y una mayor necesidad de apego, es más una
añoranza a lo que significaba es el modelo de pareja ideal. La propia Helen
Fisher lo describe del siguiente modo: “la ansiedad por separación es como un
cachorro alejado de su madre: corre en círculos, ladra y gime”.
Por otro lado,
estudios como los realizados en la Universidad de Graz (Austria) nos dicen que
este hecho se da más en los hombres. Ellos son quienes siguen viendo a sus
exparejas de manera positiva y conciben incluso que es posible retomar la
relación. Las mujeres, por término medio, suelen centrarse en los aspectos más
negativos para reafirmarse en la distancia y en el fin de ese vínculo, aunque
por supuesto no podemos generalizar.
¿Qué
podemos hacer ante estas situaciones?
Lo más adecuado cuando
dejamos una relación es racionalizar de la forma más objetiva posible sobre las
causas que la han motivado. De este modo, si nos han abandonado, si la otra
persona ha decidido poner fin es que ya no somos amados y esto es algo que
debemos asumir lo antes posible.
El
dolor emocional y el por qué no puedo dejar de pensar en mi expareja
Ethan Ross,
profesor de la Universidad de Michigan, realizó una investigación en la que
demostró que el cerebro interpreta el rechazo social y la ruptura de la pareja
del mismo modo que una quemadura. Es decir, el dolor emocional que sufrimos es
similar al dolor físico. Esto explica también por qué nos cuesta tanto pasar
página y dejar de pensar en nuestra expareja.
El apego, los
recuerdos del pasado y la imposibilidad de asumir la realidad alimentan esos
estados en los que el dolor, lejos de aliviarse día a día, se “inflama” más.
¿Qué
podemos hacer?
Toda ruptura
importante necesita pasar por un duelo. Una etapa en la que dejar espacio al
sufrimiento, al dolor y luego desahogarlo. La aceptación es ese paso en el que
nos desapegamos de los recuerdos para crear unos nuevos. Damos paso a una nueva
etapa con nuevos planes y nuevas metas, esa es la mejor opción tras una
ruptura.
CONTACTO CERO: CLAVES
La regla del
contacto cero tiene como objetivo dejar atrás y para siempre un vínculo
afectivo. Para ello, es clave no llamar, enviar mensajes o revistar sus redes
sociales. Esta será la estrategia más efectiva para poder seguir adelante con
mayor dignidad.
Creo importante
aquí hacer una aclaración. Hay quien opta por el «contacto cero» como forma
temporal de castigo y también para llamar la atención del otro. No es lo
adecuado. La manipulación nunca surte efecto y es un acto de total inmadurez.
Si elegimos restringir el contacto, debe ser un recurso para nosotros y
probablemente para siempre y esto debe acompañarse de una adecuada preparación
mental.
Hay que manejar la
necesidad de enviar mensajes, audios y de hacer llamadas. Más relevante aún:
dejar a alguien significa también no situar la mente en lo que esa persona
puede estar haciendo o con quien esté. Esto implica, obligatoriamente, no caer
en la tentación de vigilar a la expareja por redes sociales.
La regla de contacto cero es una
herramienta de apoyo mental para nosotros mismos. Nos permite ir
deshabituándonos del vínculo de alguien que, hasta no hace mucho, fue
importante en nuestra vida.
Cumplir la regla de
contacto cero implica ver este recurso como una estrategia de desintoxicación.
El objetivo no es otro que acabar con la dependencia emocional aún latente
hacia la expareja. Al fin y al cabo, dejar canales abiertos de comunicación
siempre nos hará caer en la tentación de saber del otro. Y lo que es peor, avivar sentimientos que ya no tienen
sentido ni cabida.
Lo más decisivo en
estas situaciones es favorecer un adecuado control de los impulsos. Así,
algunos trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad Deusto
, señalan esto mismo. El gran problema de las relaciones dependientes es
precisamente el apego insano y la conducta impulsiva. Son dimensiones que
dificultan una ruptura definitiva.
Casi sin darnos
cuenta, caemos en esos vínculos que se estiran, que son de ida y vuelta, pero
que nunca terminan de romperse del todo. Caer en este tipo situaciones solo incrementa
el sufrimiento. Por ello, es recomendable seguir unas adecuadas estrategias,
las cuales partirán siempre del necesario «contacto cero».
Veamos cómo aplicarlo.
1.
Evitar confusiones emocionales: una ruptura es un punto final
Hay personas que rompen
una relación sin clarificar lo que ello supone. Si nuestro objetivo es dejar un
vínculo que nos genera infelicidad, es necesario tener mentalmente claras unas
ideas.
Una ruptura es un
final y en esa decisión no caben los puntos suspensivos ni los paréntesis.
Mentalicémonos de
aquello que necesitamos: tranquilidad, equilibro y bienestar psicológico.
Retomar esa relación sería un gran error y, por tanto, debemos cumplir ese
propósito.
La otra persona
también debe tener claro el final. Para evitar confusiones emocionales
evitaremos también «quedar como amigos».
2.
Informar al entorno de que hemos dejado esa relación
Familia, amigos,
compañeros de trabajo… Es recomendable que todo nuestro entorno social conozca
nuestra ruptura y la respete.
Eso significa
también que se evitarán comentarios como “he visto a tu ex con otra pareja en
tal sitio” o “tu ex va por ahí muy triste y echándote de menos”. O, más aún,
nadie debe actuar de intermediario para traernos mensajes de esa persona con
quien ya no deseamos tener contacto.
3.
Borrar a la expareja de las redes sociales
En la actualidad,
la mayoría tenemos una vida social y una vida digital. Es imprescindible que
eliminemos a esa persona de todo ese universo digital de las redes sociales.
También de los contactos de nuestro móvil. Así evitaremos la tentación no solo
de saber del otro, sino también de ver retazos de vida a través de las fotos
que publica.
Cuando sintamos la necesidad de
contactar con nuestra expareja, busquemos otras fuentes de dopamina que atraigan
la atención de nuestro cerebro.
4.
Controlar los impulsos por contactar con la expareja
A la hora de
cumplir la regla de no contacto o contacto cero, podemos pensar en nuestra
mente como en la de un adicto: sentimos una necesidad compulsiva por contactar
con esa persona.
Una parte de
nosotros se obsesiona en ojear su perfil de Instagram, en saber si está en
línea en el WhatsApp... Nuestro cerebro necesita esa dosis de dopamina a la que
está habituado y, por ello, cuesta tanto alejarnos por completo.
¿Qué hacer en esas situaciones?
Acepta tus
sentimientos: tras una ruptura es normal sentir tristeza, nostalgia,
desconcierto y hasta rabia.
Sopesa lo que
sucederá si contactas de nuevo con esa persona: un subidón temporal de
felicidad que terminará de nuevo en sufrimiento, pérdida de la dignidad y más
desgaste psicológico.
Busca otras fuentes
de dopamina que eleven tu bienestar e ilusiones. Inicia nuevos proyectos,
conoce a más gente, descubre otras aficiones…
Desviar la atención
de tu móvil evitará la tentación de contactar con tu expareja.
Para cumplir la
regla de no contacto no dudes en apoyarte en buenos amigos. Cada vez que
sientas la necesidad de enviar un mensaje a tu expareja, llama a ese amigo con
quien puedes hablar de lo que sientes y necesitas.
5.
Redescubrir fuentes olvidadas de felicidad
Hay relaciones en
las que el amor se convierte en obsesión. Nos volvemos ciegos y solo vemos a la
otra persona, orbitamos alrededor de una figura hiriente que todo lo nubla. El
tiempo pasado en ese vínculo es tiempo perdido, un tiempo valioso que hemos
dejado de invertir en nuestra felicidad.
Tengámoslo claro,
si seguimos las claves para cumplir la regla de no contacto, descubriremos
algo. A medida que pasen los días, lograremos un mayor control sobre nuestras
vidas.
La dependencia y la
obsesión por estar cerca de quien nos hace daño disminuirá. Solo entonces
descubriremos esas fuentes de felicidad que habíamos olvidado. Esas en las que
se inscribía nuestra auténtica esencia como persona.
Hagámoslo, el
contacto cero puede costar al inicio, pero es altamente beneficioso.
Aprender a estar sola tras una ruptura
Aprender a convivir
con la soledad es necesario para reconstruirnos, sanar y mejorar; y, sobre
todo, para que la elección de nuestra próxima pareja sea una decisión y no una
necesidad.
Claves
para aprender a estar sola tras una ruptura
Si sientes que
estar sola es una experiencia atemorizante, un sinónimo de fracaso o de
carencia, estás experimentando unas sensaciones muy comunes. Muchas personas permanecen
en relaciones infelices y dañinas por miedo a la soledad; otras pasan de un
vínculo a otro como saltando entre lianas. Cualquier cosa antes que enfrentarse
a la ausencia de compañía.
Si en este momento
tu relación de pareja ha terminado y estás decidida a darte un tiempo propio, a
invertir en ti, te doy algunas ideas para sacar provecho de esta etapa.
1.
Toma conciencia de la importancia de la soledad
Este primer paso es
fundamental. Has de tener claro por qué merece la pena tomarse un tiempo en soledad
pues, de lo contrario, ante el primer miedo o contratiempo correrás a buscar
fuera lo que debería provenir de adentro.
Recuerda que estar
sola te permite descubrirte o redescubrirte, conocerte y mejorar la relación
contigo. Te permite invertir en ti el tiempo, la dedicación y la energía que le
brindabas al otro y, ante todo, te ayuda a crecer y evolucionar personalmente.
2.
Refuerza tu amor propio
Cuando una relación
termina, perdemos nuestra principal fuente de amor, apoyo, comprensión y
validación. Por ende, y para que el vacío no nos desborde, hemos de aprender a
llenarlo por nosotras mismas. Si te cuesta estar sola, probablemente no tengas
una autoestima sólida, quizá no te consideres valiosa, digna o suficiente.
Este es el momento
ideal para comenzar a hablarte y tratarte con amor, a acompañarte con compasión
y respeto, a procurarte las mejores personas y experiencias. Piensa en todo lo
que fuiste capaz de hacer por la persona que amabas… ahora hazlo contigo.
3.
Retoma tus proyectos y diseña otros nuevos
Sin quererlo, y
muchas veces sin darnos cuenta, cuando estamos en una relación terminamos
dejando a un lado nuestros intereses, aficiones y proyectos personales. Nuestra
atención y nuestro esfuerzo se centran en el compañero y casi olvidamos quienes
somos.
Ahora, tras la
ruptura, puedes retomar aquellas actividades que tanto disfrutabas y
abandonaste, puedes recuperar los sueños, los proyectos y las ilusiones que
tenías a nivel individual. Incluso, puede ser un excelente momento para
proyectar nuevos planes y metas de cara al
futuro.
4.
Trabaja tus miedos
Para aprender a
estar sola y, esta es una condición indispensable, has de reconocer tus miedos,
aceptarlos y trabajar en ellos para que no te dominen. Como te he dicho, la
sociedad está hecha para las parejas y este estado civil se premia y refuerza
externamente. Esto nos lleva a pensar que estando solteros estamos incompletos,
incluso que somos defectuosos o estamos fracasando.
Así, puede aparecer
el miedo al rechazo, a la vergüenza, a que los otros piensen que no somos
válidos. Por otro lado, pueden sumarse otros temores como el miedo a no volver
a disfrutar de una relación de pareja.
Si no logras
racionalizar estos pensamientos, podrías convivir con una inquietud tan grande
que te lleve a volver con tu expareja o vincularte con la primera persona con
la que pienses que es factible. Esto solo causará malestar a largo plazo; por
ello, trabaja tus miedos, y conservarás buena parte de tu libertad.
5.
Ocúpate de ti
Durante las
primeras semanas o meses tras la ruptura es posible que tu mente piense de
manera constante en quien fue tu pareja, en los momentos compartidos, en lo que
ya nunca será. Recogernos alrededor de estos pensamientos puede resultar muy
doloroso, dañino y la mejor estrategia para evitarlo es ocuparte de ti.
Comienza a cuidarte
a nivel físico, mental y espiritual. Puedes comenzar a practicar ejercicio,
mejorar tu alimentación o tu cuidado personal; puedes empezar a meditar, a
escribir un diario terapéutico o a pasar tiempo con las personas que te quieren
y te hacen sentir bien. Ahora, tú debes ser tu prioridad más que nunca.
6.
Haz de tu vida una experiencia extraordinaria
Por último,
recuerda que todo es pasajero y que volverás a amar. Y por haberte dado este
tiempo para sanar, podrás hacerlo de un
modo más sano, más auténtico y más libre. Sin embargo, tu vida no debe
quedar en pausa hasta que aparezca esa persona que vuelva a tocar tu corazón,
si es eso lo que buscas.
Por el contrario,
este periodo es ideal para que te enfoques en construir una vida tan rica,
interesante y próspera que quien entre en ella lo haga por méritos propios,
para compartir y sumar, y no para llenar vacíos.
Así, céntrate en
tus metas, en tu carrera profesional, en tu salud y tu bienestar, en tu propia
felicidad. Cuando esta etapa de tu vida termine, la recordarás como un
maravilloso punto de inflexión, como el impulso que te llevó a convertirte en
una persona más fuerte y feliz. Y es que, en realidad, aprender a estar sola es
un valioso recurso.
Recurrir al amor incondicional
para superar una ruptura
¿Crees que lo
normal es sentir odio, rabia o rencor hacia una expareja? Te voy a contar por
qué el amor incondicional es el camino más saludable para superar una ruptura.
¿Crees que sabes
amar? Seguramente tu respuesta haya sido afirmativa. Hay muchas personas en tu
vida con las que mantienes o has mantenido un vínculo afectivo: tus padres, tus
hermanos, tus amigos, tus hijos si los tienes, tu pareja o tus exparejas.
Todos pensamos que
amamos, hasta que nos enfrentamos a una pérdida y nos topamos con una realidad
bien diferente: nuestro afecto tiene condiciones. Por ello, en estas líneas
quiero explicarte cómo recurrir al amor incondicional para superar una ruptura.
Tal vez nunca
habrías imaginado que sea precisamente el amor lo que puede ayudarte a superar
una pérdida afectiva.
Cuando una relación
se termina, sentimos que son la ira y el rencor las emociones que pueden
motivarnos a seguir adelante sin esa persona. Quizá incluso contemplemos la
tristeza o la indiferencia como alternativas. Sin embargo, el amor
incondicional es el camino más directo y más saludable hacia la superación de
esta situación.
Tu
amor tiene condiciones
El fin de una
relación de pareja es especialmente doloroso para la persona que es dejada, pero
también para la que deja, por supuesto. La sensación de indefensión y la falta
de control sobre la situación agravan el malestar emocional que surge ante la
ruptura. Pero incluso si has sido tú quien ha decidido finalizar el vínculo,
esto puede hacerte sentir devastado.
Los sentimientos de
enfado, odio y rencor hacia la otra persona pueden acumularse a cada segundo.
Te sientes traicionado, abandonado o engañado. Aquella persona que prometió
quererte, acompañarte y trabajar contigo en vuestro vínculo ha faltado a su
palabra y ahora solo puedes sentir rechazo hacia ella.
¿Qué ha ocurrido en
tu interior? ¿Cómo es posible que todo ese afecto que sentías se haya
transformado en una emoción tan desagradable? La realidad es que, aunque creías
amar, realmente no lo hacías; o, al menos, no de forma incondicional. Es decir,
amar con reservas. Pero no te culpes, la mayoría de los seres humanos
reaccionamos del mismo modo ante la pérdida. Sin embargo, permítenos explicarte
por qué este no es el mejor camino.
¿Qué
es el amor incondicional?
Imagina que vas
caminando por el campo y ves una preciosa flor que te gusta. Si tú quieres esa
flor (la quieres para ti), simplemente la arrancas para llevarla contigo. En
cambio, cuando amas la flor, te deleitas con su belleza y admiras su
crecimiento sin interrumpirlo o cortarlo por tu deseo de poseerla.
Lo mismo sucede con
las personas: generalmente queremos a los demás porque estos llenan nuestros
vacíos y cubren nuestras carencias. De este modo, si la relación termina, dejan
de sernos útiles y el amor se transforma en odio y en sufrimiento.
De aquí proviene la utilidad del amor incondicional para superar una ruptura: si verdaderamente amas a alguien, lo amas incluso si su camino ya no es compartido con el tuyo, incluso si ya no puede ofrecerte nada a cambio. El apego (que surgía de tu sentimiento de carencia) se transforma en aprecio genuino y respeto por el camino del otro.
Recurre
al amor incondicional para superar una ruptura
Para nadie es
sencillo realizar este cambio de perspectiva. La mayoría crecemos equiparando
el amor con el apego y tenemos que hacer un esfuerzo consciente para alcanzar
la postura del amor incondicional. Sin embargo, aplicar las siguientes pautas
te ayudará a lograrlo:
Recuerda que el
otro no te pertenece. Establecer una relación con alguien no implica que la
otra persona pase a ser de tu propiedad o que tenga la obligación de hacerte
feliz, esa tarea es tuya. Si comprendes esto, podrás dejar de percibir la
ruptura como una traición y ver que, simplemente, la otra persona ha elegido
seguir su propio camino. Y tú puedes seguir el tuyo.
El amor
incondicional para superar una ruptura también consiste en amarte
incondicionalmente a ti. Esto requiere dejar de juzgarte y de buscar los fallos
que pudiste cometer en la relación. Amarte significa recordar que no dependes
de la presencia de nadie para ser valioso.
Tal vez tu relación
fue fantástica o quizá fue tormentosa; pero, en cualquier caso, puedes extraer
una perspectiva positiva y enriquecedora que te ayude a crecer. Si las
vivencias con esa persona te hicieron feliz: agradece esa parte del camino que
compartisteis. Si el vínculo te hizo desdichado, agradece la claridad que te
dio respecto a lo que deseas y mereces.
El amor
incondicional te permite librarte del odio, el rencor y la sensación de
abandono tras una ruptura. Pero, además, te ayudará a construir (a partir de
ahora) relaciones libres de apego en las que encontrarás un bienestar mucho
mayor.
Cómo desarrollar un apego seguro en la edad adulta
Las personas con un
estilo de vinculación inseguro suelen sufrir bastante y tener problemas en sus
relaciones. Por ello, si quieres desarrollar un apego seguro en la edad adulta,
te cuento cómo hacerlo.
Los estilos de apego
El estilo de apego
de una persona comienza a formarse durante los primeros años, en función de la
atención y los cuidados que el bebé recibe. Así, pueden diferenciarse cuatro
tipos de apego:
Apego seguro: se
forma cuando los cuidadores son sensibles y receptivos a las necesidades del
niño y responden de forma consistente. Ese pequeño crece sintiéndose amado y
seguro, es capaz de confiar en otros y tiene un buen concepto de sí mismo.
Apego evitativo: en
este caso los cuidadores ignoran las necesidades y llamados del bebé, no cuidan
ni responden a sus emociones. Al crecer, este niño aprende a reprimir lo que
siente y a ser excesivamente independiente. Evita por todos los medios
mostrarse vulnerable y no puede confiar en los demás, no intima emocionalmente.
Apego ambivalente:
se crea cuando los cuidadores son inconsistentes e impredecibles; esto es, en
ocasiones responden con rapidez y amor a las demandas del niño, y en otras se
muestran hostiles y desinteresados. Esto crea una sensación de ansiedad e
inseguridad que lleva al niño a no sentirse valioso y a tener que asegurarse
constantemente el afecto y la presencia de quienes ama.
Apego
desorganizado: se forma cuando el pequeño vive abusos, negligencia grave o
abandono. Presenta entonces una mezcla de síntomas ambivalentes y evitativos,
puede tener conductas explosivas, gran frustración y un fuerte rechazo (y a la
vez anhelo) de vínculos emocionales.
El apego evitativo,
el ambivalente y el desorganizado pertenecen al tipo de apegos inseguros.
Cómo
desarrollar un apego seguro en la edad adulta
Lo ideal, en
términos de felicidad personal y éxito en las relaciones, es tener un apego
seguro. Cualquiera de los otros casos nos traerá complicaciones, dolor y
frustración. Afortunadamente, hay algunos pasos que podemos dar para matizar
nuestro estilo de apego, incluso siendo ya adultos.
Partiendo
del apego evitativo
El reto para una
persona con apego evitativo es aprender a confiar y permitirse crear intimidad
emocional. Así, es importante atender a las siguientes cuestiones:
Comprender de dónde
surge este apego evitativo y sanar las heridas infantiles. Es necesario aceptar
que en cierto punto llegamos a sentirnos rechazados o minimizados, y que por
eso huimos de la intimidad. Igualmente, hay que tomar conciencia de que ese
rechazo no tiene por qué volver a ocurrir y que, si sucede, ahora somos adultos
y podemos afrontarlo. Los muros que hemos levantado no nos protegen, nos
mantienen aislados.
Es fundamental
dejar de evitar, ya que este mecanismo no nos permite avanzar. Piensa qué
situaciones evitas (por ejemplo, las discusiones que impliquen sentimientos o
el compromiso en las relaciones) y permítete irlas afrontando. Ve dando pasos,
aunque te saquen de tu zona de confort.
Adquiere alguna
herramienta que te ayude a gestionar la inseguridad que te genera vincularte
emocionalmente con otros. La respiración diafragmática es una técnica sencilla
que te permitirá volver a tu centro y tomar mejores decisiones cuando surja el
impulso de huir.
Aprende a expresar
tus emociones sin ocultarte y mostrándote vulnerable. Tu pareja necesita saber
qué sientes, qué deseas y necesitas. Sé asertivo y comienza a abrir tu
interior.
Partiendo
del apego ambivalente
Si tienes un apego
ambivalente, tu reto es superar la dependencia emocional, dejar de buscar
desesperadamente el amor y la presencia de las otras personas. Para esto,
puedes tomar las siguientes pautas:
Entiende que tus
actitudes surgen de un niño herido que se sintió confuso, carente de afecto y
no aceptado incondicionalmente. Es por esto que hoy te sientes siempre inseguro
y necesitas asegurarte constantemente de que los demás te quieren y están ahí
para ti. Recuerda que ahora eres un adulto y no dependes de nadie para
sobrevivir.
Es fundamental que
refuerces tu autoestima, trabajes en tu amor propio y comiences a darte eso que
tanto anhelas de los demás. Esto es, amor incondicional, aceptación, consuelo y
apoyo. Priorízate, ocúpate de ti y de tus necesidades y mejora la relación
contigo mismo.
Cuida tu diálogo
interno y las inferencias que haces de la conducta de los demás. En este estilo
de apego es común estar muy alerta ante el comportamiento de los otros y
preocuparse y culparse ante cualquier cambio en ellos. En lugar de pensar que
es tu culpa, que has hecho algo mal y que van a dejar de quererte, procura
ajustar tus pensamientos y no dejarte llevar.
Puede ser muy
positivo que amplíes tu círculo social con personas nutritivas y
enriquecedoras. Para las personas que necesitan y disfrutan la intimidad
emocional, tener relaciones significativas es importante. Esto ayudará a no
recargar toda la responsabilidad y las expectativas sobre tu pareja.
Partiendo
del apego desorganizado
En el caso del
apego desorganizado, puede ser necesario trabajar en las dos vertientes
anteriores para desarrollar un apego seguro. Sin embargo, dado que este estilo
de apego surge de un trauma complejo vivido en la infancia, lo más recomendable
es buscar apoyo profesional.
Sanar el pasado,
aprender a gestionar los disparadores de ansiedad y a vincularse sanamente
puede ser especialmente difícil en este caso; por tanto, la psicoterapia será
de gran ayuda.
La terapia
psicológica ayuda a trabajar los traumas vividos en la infancia.
Desarrollar
un apego seguro es posible
Ciertamente,
trabajar el apego es una de las cuestiones más complicadas, por lo arraigado
que se encuentra desde tanto tiempo atrás. Sin embargo, todos podemos superar
nuestro estilo de apego inseguro y avanzar hacia una mayor seguridad, confianza
y bienestar.
El cambio llevará
tiempo y en muchas ocasiones surgirán de nuevo esas antiguas tendencias, pero
con conciencia, perseverancia y trabajo personal podremos aumentar nuestro
bienestar y la calidad de nuestras relaciones.
La curiosidad por el conocimiento humano es mi cerradura particular, la Psicología es la llave, escribir un arte que estoy aprendiendo.
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