El ARTE DE SER SABIO CONSISTE EN IGNORAR CON INTELIGENCIA

 

El arte de ser sabio consiste en ignorar con inteligencia


Sabio no es aquel que acumula muchos conocimientos y experiencias. Sino más bien quien sabe utilizar de forma efectiva cada cosa aprendida y, además, sabe ignorar con inteligencia todo aquello que no es útil, que no le permite crecer para avanzar como persona.

Sabiduría es también saber diferenciar el lastre de lo que le ofrece energía. Porque vivir es, al fin y al cabo, economizar y tener claro qué es lo importante.

Ahora bien, parece que la mayoría no aplicamos esta sencilla regla. Según un estudio llevado a cabo por el doctor Daniel Gilber, de la Universidad de Harvard, las personas tenemos una capacidad asombrosa de centrar la atención en cosas “que no están sucediendo”. Nos preocupamos por aspectos que no son importantes minando así nuestra capacidad de ser felices en el “aquí y ahora”.

El arte de saber ignorar con inteligencia no es fácil de aplicar en nuestro día a día. Se debe, sobre todo, a que ignorar supone en muchos casos alejarnos de ciertas situaciones e incluso de personas. Estamos ante un acto de auténtica valentía, que debe venir precedido por un tipo de discriminación meditada.  Reflexionemos sobre ello.

La primera regla de la vida nos indica que la persona más sabia es aquella que sabe ser feliz y que es capaz de eliminar de su existencia todo aquello que le hace daño o que no es útil.


Ignorar con inteligencia es aprender a priorizar

Ser feliz es para muchos un arte donde en un momento dado, se aprende por fin a elegir, a tomar decisiones. Es más, trabajos tan interesantes como el estudio llevado a cabo en la Universidad de psicología de Oviedo por el psicólogo Ignacio Madera, nos explican que este proceso cognitivo es clave para el bienestar y equilibrio personal. 

Para ello, es necesario adquirir una perspectiva no solo más positiva de las cosas, sino también más realista, ahí donde el autoconocimiento y la autoestima siempre serán fundamentales.

Cómo aprender a establecer prioridades

Para aprender a establecer prioridades es necesario dar a cada cosa que nos rodea su auténtico valor. No el que puede tener de manera objetiva, sino el que puede acumular en función de nuestras necesidades y deseos.

Para conseguirlo, debemos atender estas dimensiones.

Si nos cuesta elegir entre lo que es importante y lo que no, es porque tenemos un conflicto interno entre las cosas que queremos y las que sabemos que nos convienen. Además, tenemos miedo a “quedar mal”, “hacer daño” o incluso a actuar de una forma diferente a como esperan los demás si nos atrevemos a romper vínculos.

A mayor nivel de estrés y ansiedad, más nos costará establecer prioridades. Así pues, reflexionemos sobre qué situaciones y qué personas tienen auténtico valor para nosotras en momentos de calma personal, cuando estemos más centrados y relajados.

Pensemos en aquello que es importante para nosotros y no para los demás, sin temer a las críticas ajenas o lo que se pueda pensar por las decisiones que queramos tomar.

Entender que priorizar no es únicamente ignorar con inteligencia lo que nos hace daño. Es por encima de todo, reorganizar nuestra vida para encontrar espacios propios para ser felices.

Ignorar personas también es saludable

Según un interesante trabajo publicado en la revista Livesciencie, las relaciones personales que nos ocasionan estrés o sufrimiento afectan a nuestra salud mental. Experimentamos un aumento de cortisol en sangre y de la presión arterial, hasta el punto de correr el riesgo de sufrir problemas cardíacos severos. No merece la pena.

Aprender a ignorar a quienes no nos aportan nada

No se trata de ir a malas ni de hacer uso de chantajes. Ignorar con inteligencia es un arte que puede llevarse a cabo con elegancia y sin llegar a extremos innecesarios. Para ello, tendremos en cuenta estos puntos sobre los que reflexionar.

No nos preocupemos por lo que no podamos cambiar. Aceptemos, por ejemplo, que ese familiar seguirá teniendo esa actitud cerrada, que mi compañero de trabajo va a ser igual de entrometido. Dejemos de acumular emociones negativas como rabia o frustración y limitémonos  aceptarlos tal y como son.

Ignoremos críticas ajenas mientras aumentamos la  propia confianza. Es muy posible que en el momento en que decidamos poner distancia de quien no nos interesa, aparezcan los reproches. Debemos entender que las críticas no nos definen, las críticas no soy yo. Fortalecer la autoestima y saborear cada paso que damos en libertad lejos de quien nos hace daño, es un triunfo personal.

Cuando la ayuda es un acto interesado, es muy  importante aprender a discriminar los actos de supuesto altruismo. Hay quien nos repite aquello de “yo lo hago todo por ti, para mí eres lo más importante”, cuando en realidad la balanza de esa relación se inclina siempre hacia un lado que no es el nuestro. Nunca existe el equilibrio.

Cuanto más ligero, mejor. En la vida merece la pena contar con “personas” y no acumular “gente”. Así pues, prioricemos  y avancemos ligeros. Ligeros de enfados, rabia, frustraciones y, sobre todo, de personas que lejos de valer la alegría solo valen penas y distancias.

Para concluir, un modo de ganar en bienestar y paz mental es aprendiendo a tomar decisiones más valientes y en armonía con las propias necesidades. Pongámoslo en práctica.

El arte de ser sabio es comprender qué vínculos es mejor dejar de alimentar sin tener ninguna carga de conciencia por haber dicho “no” a quien jamás se preocupó en decirnos “sí”.



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